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El fuego que arde en la City

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Hoy fue el cumple del Lord Mayor de NepomuYork, Derlis Molinas. La fiesta, de esas que no se ven todos los días, reunió a medio pueblo bajo el techo de su acerradero, con sillas de plástico, risas y abrazos. Todos invitados… menos el mykurẽ.

El seudo periodista sin lapiz ni microfono, “mbykurẽ —apodado así por su literal mal olor al pasar— se quedó enojadísimo, con la vena hinchada. Dicen que estuvo nervioso y triste porque no le contrataron su discoteca desentonada (Alder Alcides es un afinadisimo frente a su discoteca). Y para colmo, ni una silla le guardaron en el cumpleaños del intendente. El “Tĩragué jehekyi”, como le conocen sus intimos estuvo toda la semana de piré vai.

Para colmo estuvieron todos los de su lista de giros Tigo. El diputado Avelino, que cada tanto le manda alguito para el finde. El gobernador Cristian, que solo le contrata la discoteca para actos de poca importancia —porque “ipu vai la idiscoteca” dicen los perros—. Y el intendente de Caazapá, el inefable Amado Díaz Verón, patrón eterno del mykurẽ.

Estos politicos jamas van a ser criticados por el mbykurẽ, salvo que dejen de contratarlo o dejen de hacerle el giros tigo correspondiente. Aunque cada vez mas gente ya se alejan de este impresentable ñembo periodista porque sus ataques de vibora ya no tienen ponzoñas. Es un arriero reí que cree que tiene fuerza. Fuerza solo tiene debajo del brazo (mal olor).

Que pena “mykũcho” no pudiste “cepillar” a tus patroncitos políticos que estaban en el cumple de Molinas, no pudiste lamerles las botas, como es tu costumbre. Pero podes dedicar un editorial “imaginario” porque medio ya no tenes.

El seudo periodista sin medios pero que actualmente por whatsapp, dicen sus clientes, que les tienen hartos porque a altas horas de la noche les envia los enlaces de las cepilleadas por WhatsApp, con la esperanza de que alguno le crea que sus lamidas tendran resultados positivos.

El problema del mbykurẽ no es ideológico ni moral: es comercial. Si no hay giros Tigo, hay ataque. Si no hay contrato de la discoteca, hay “panfleto en contra”. Si no hay alguna que otra petaquita Fortin (pero etiqueta negra), hay “lloro desconsolado”.

Otro que ya baila lento. También estuvo ausente. No porque no quería ir, sino porque —ay, che ra’a— no fue invitado. Cuentan que su chupete “osoró” y quedó salvajemente enojado. Entonces el mykurẽ, astuto, lo reclutó como secretario de lamentos, para acompañarle en el duelo de “sin contrato de discoteca en San Juan”.

Años atrás, el bigote andaba con su camarita sacando fotitos para luego lamer el (ya tu sabes) del intendente en su perfil de facebook. Pero ahora, ni su sombra apareció. Y eso le dolió más que el moquillo a perro viejo.

𝗘𝗻 𝗡𝗲𝗽𝗼𝗺𝘂𝗹𝗮𝗻𝗱𝗶𝗮 𝘀𝗲 𝘀𝗮𝗯𝗲: 𝗾𝘂𝗶𝗲𝗻 𝗻𝗼 𝘀𝗶𝗿𝘃𝗲 𝗽𝗮𝗿𝗮 𝗹𝗮 𝗳𝗶𝗲𝘀𝘁𝗮, 𝘁𝗮𝗺𝗽𝗼𝗰𝗼 𝘀𝗶𝗿𝘃𝗲 𝗽𝗮𝗿𝗮 𝗲𝗹 𝘀𝗵𝗼𝘄.

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